miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Qué se vota?

El viernes, 19 de junio de 2009 a las 19:21

Estamos en vísperas de elecciones y ya está a la vista de todos la bruma de la incertidumbre. Especulaciones, dudas, desinterés, en definitiva, resignación, forman parte de este momento actual donde ni jóvenes ni adultos se juegan por nadie. ¿Qué está pasando?, ¿Dónde ha quedado el entusiasmo cívico a la hora de ir a las urnas?.
A estas preguntas corresponden diversas respuestas. Que no hay propuestas serias, que los candidatos no son confiables, que la situación no va a cambiar mientras siempre estén los mismos funcionarios a la cabeza del poder, etc. Pero me atrevo a decir que hasta cierto punto todo lo planteado (si es que nos lo planteamos) está dentro del ámbito de lo "normal". Ahora bien, lo que está sucediendo es lo siguiente, existe un gran sesgo de la sociedad que se muestra totalmente indiferente a los resultados de las próximas elecciones. Se está promoviendo en muchos lados la opción del voto en blanco. ¿Qué es el voto en blanco? Es el voto de la indiferencia, el voto que todos creen que denota desprecio a los candidatos. Pero esto no es así. Votar en blanco no es sólo eso, es admitir y aceptar que cualquiera puede gobernarnos, que nos da lo mismo. Esto es terrible. No es una cuestión de indecisión. Esto ya pasa por otro lado, no estamos asumiendo nuestro lugar dentro de este vasto y complicado campo que llamamos sociedad. Nos estamos quejando de que nuestros funcionarios no operan como corresponde pero a la vez hacemos lo que les criticamos.
¿El problema es provocado por la falta de información? Contestar a esta pregunta con un sí rotundo es una falacia inaceptable, y más aun en los casos de los jóvenes. Éstos pasan las suficientes horas al día conectados en Internet, la fuente masiva de información más importante de la contemporaneidad. Y en el caso de los adultos, que más decir, ellos más que nadie deberían saber a quién se vota, pues esta generación de candidatos pertenece desde hace ya mucho tiempo a la realidad política de la provincia.
Si el problema no es la falta de información, sino más bien un exceso de indiferencia por parte de los votantes, la solución no la vamos a encontrar criticando a los medios o a los políticos sino más bien a nosotros mismos como ciudadanos.
El sistema democrático nos da opciones. Votar en blanco es una de ellas. Pero en momentos de crisis y de incredibilidad, es necio y absurdo tirar por la borda nuestra posición civil, que es la que nos permite decir "acepto este proyecto y no aquél otro". Al impugnar el sufragio estamos declarando manifiestamente lo siguiente: "me da lo mismo este proyecto o aquél otro". Luego, si tomamos tal decisión, nos será más difícil criticar al poder cuando éste se equivoque, pues nosotros mismos con muestra neutralidad ciudadana lo hemos propiciado.
Es una contradicción velar por la democracia y al mismo tiempo despreciar nuestro derecho de elegir nuestro destino como Nación.

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