miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Dónde están las armas de la crítica?

Anteriormente habíamos notado la influencia de los medios de comunicación sobre la conciencia de sus receptores y de qué modo la adormecía. Para completar dicha idea, es necesario decir que no sólo los medios masivos de comunicación son agentes que aportan a la gente una opinión impuesta, pues eso sería una falacia, sino más bien lo importante aquí es destacar la falta de crítica por parte de los receptores de la información, sea cual fuere.

¿Adonde queremos llegar con esta idea? A que tanto la tv, la radio, los diarios como el conocimiento científico, literario, filosófico, popular, etc.. puede adormecer la conciencia de quien se "informa" no porque ese sea su función u objetivo, sino por la carencia en nuestro pensamiento de las "armas de la crítica". ¿Qué son dichas armas? Son las disposiciones del pensamiento que nos permiten afrontar la realidad, no como dada, sino explicada de acuerdo a su contexto, a su función, es en definitiva el dispositivo que nos permite dudar de lo que se nos presenta como "real". ¿Hay que dudar de todo? Todos los extremos son incongruentes, pero sí es necesario tener en cuenta que el mismo concepto de "realidad" no es más que una construcción subjetiva, histórica, en definitiva, un concepto que va mutando a lo largo de la historia. ¿Cómo explicamos ésto? De una manera muy sencilla: lo que era ciencia o conocimiento confiable en la antigüedad, no lo fue en la Edad Media, y de la misma forma, lo que era cierto y digno de ciencia en el medioevo no lo es ahora. Ya no curamos enfermedades con magia, la alquimia no es portadora de una fuente segura de datos con los cuales podamos hoy resolver nuestros problemas, y así se pueden citar muchos otros ejemplos.

A lo que queremos llegar es que pareciera ser que el hombre post-moderno, nosotros mismos, no somos capaces de tomar conciencia de dichos cambios de manera práctica. No nos detenemos a pensar en que lo que hoy es cierto, verdadero, ciencia, o como quieran llamarle, en unos cincuenta años ya no lo será, al menos, no por completo. Por supuesto que hay construcciones teóricas que se mantienen en el tiempo porque funcionan, sirven, pero no lo son todas.

Tomar y creer dogmáticamente lo que dice una investigación científica es lo mismo que señalábamos con anterioridad acerca de hoy pareciera que no podemos producir conocimiento, sino solo repetir opiniones. Dudar es sano, hasta lo que la prudencia y el sentido común indica. Esto es claro, ¿Acaso no les ha sucedido que en el pasado los médicos prescribían antibióticos que hoy, según lo que la ciencia declara, son nocivos? Entonces, ¿Todo es mentira? Por supuesto que no, sería ridículo vivir en semejante escepticismo, pero por lo menos la propuesta está planteada: la dogmatización de lo que las instituciones, medios de comunicación, comunicados científicos, etc. no es sana, nos estamos quitando una facultad que sólo a nosotros los humanos nos corresponde, que es cierta apertura a que nuevas cosas puedan surgir para mejorar nuestra calidad de vida, o incluso, reconocer que lo que en el pasado se decía o hacía aún funciona para algo.

Este planteo puede ser interpretado como una visión relativista de la realidad. Pues no es así. Es una mirada crítica, práctica, que nos abre los ojos a nuevas posibilidades de ver la realidad, pero por nuestra cuenta, creando nosotros mediante nuestro juicio las valoraciones que creemos necesarias para interpretar la realidad en la que vivimos, no dada por el noticiero de la tarde ni por opinólogos. Esto nos tiene que servir para no darle más cita de autoridad a ese aparatito que no se apaga durante el día ni la noche en nuestras casas, para no hacer "palabra santa" de lo que se dice en revistas de ciencia y medicina, sino para poder darnos cuenta de lo capaces que somos de comprender por nuestros medios qué tan acertados y útiles son tales conocimientos.

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