miércoles, 12 de agosto de 2009

Lo mismo y lo nuevo

Seguramente todos hemos tenido alguna vez en la vida la oportunidad de conversar con una persona que ha superado el límite de la edad adulta, y más de una vez escuchamos la frase "el mundo en el que yo viví era otro". Una aserción muy popular y difundida la que acabamos de dar. ¿El mundo era otro? Es ridículo plantear en términos empiristas esta cuestión (salvo desde el aspecto ecológico, físicamente, el mundo no era otro), pero, si nos situamos en el nivel de la realidad podemos dudar. Las realidades sociales, políticas, económicas son aspectos muy cambiantes y si podemos corroborar que el mundo en el que vivimos hoy no es el mismo que en el que se vivía hace apenas cincuenta años.
¿Qué cambió? Cambiaron las formas de ver los aspectos de esta complicada red de relaciones que llamamos vida. Y a propósito de ello analicemos lo que en sí es y fue y cómo fue cambiando la consideración de dicho concepto. ¿Vida en la década del 50' es lo mismo que "vida" en el año 2009? Yo creo que no. Y voy a dar un ejemplo de ello. Apartándome de las valoraciones religiosas u éticas podemos decir que, sea cual sea la opción de vida del individuo que vivió hace más de un lustro el tema de interrumpir un embarazo era totalmente inaceptable. Es más, era normal que la mujer perdiera la vida en el proceso del parto. Hoy claramente vemos que se ha producido una inversión; día a día se fortalece más la posición que defiende la vida de la madre antes que la del feto. Algo cambió, al menos en eso, no hay duda de ello.
No sólo la consideración del concepto vida, sino muchos otros pueden ser traídos a propósito del tema planteado: cambia lo que es cierto, verdadero, seguro y confiable, lo que es bueno y saludable, lo que es conveniente, lo que es sagrado, lo que es profano, cambian los ideales, los proyectos de vida, los objetivos, la rutina, las ideologías, y así puedo seguir enumerando incansablemente ejemplos.
¿Qué cosas se mantienen en el tiempo? La verdad es que es todo un desafío decirlo rotundamente, pues la realidad está compuesta por matices y se nos escapan de las manos y de las palabras muchas cosas. Al decir ésto afirmamos que la red que engloba lo real es más flexible de lo que creemos. ¿Qué podemos afirmar que tenemos en común con nuestros abuelos en cuanto pensamiento, valoraciones, verdades? Hay una posición que responderá, por ejemplo, que tanto para ellos como para nosotros, matar es un hecho injustificado y con una raíz irracional. Pero ¿podemos afirmar con rigidez que esa proposición es así sea cual sea la época en la que uno vive? No y rotundamente no. El filósofo José Pablo Feinmann constantemente nos remarca el carácter racional que tuvieron los atroces hechos del holocausto judío llevado a cabo por el régimen nazi, la justificación que dicha posición ideológica tenía acerca de dichos asesinatos estaba planteada desde un plano plenamente racional, aceptado por conceso y hasta bien visto por algunos enfermos mentales (con el respeto que dichas personas discapacitadas merecen) aún hoy existentes (desgraciadamente).
¿Qué cambia?, ¿qué se mantiene en el tiempo?, ¿mejoramos en algunos aspectos y no en otros?, ¿avanzamos y retrocedemos?. La forma de ver el mundo, desde cierto punto de vista, cambia, desde otra visión, hay conceptos y pensamientos que se mantienen. ¿Cómo lo sabemos? No a ciencia cierta, pero todos sabemos que hay rasgos comunes tanto en el hombre del siglo V a.C hasta el perteneciente a la era cibernética: guerras, hambre, enfermedad, ricos y pobres han convivido siempre en este planeta, son parte de nuestra naturaleza humana, de nuestra finitud en la historia del universo. Sin duda que se han atenuado ciertas cosas y se han agravado otras. Cambió el valor de la vida humana hasta el punto de que hoy nos preguntamos si está bien o mal decidir si tal o cual merece vivir o no, dilema impensable para el hombre de la antigüedad. Cambió la función del hombre respecto de la historia, ya no es Dios quien la escribe por nosotros, sino el hombre mismo, quien dejó de encontrar respuestas en el plano trascendente y salió en búsqueda de nuevos mundos, nuevas verdades, descubiertas ahora por el pensamiento humano y no por la revelación divina. Cambiaron las formas de gobernar, los prejuicios acerca de quien es apto para ejercer un cargo público, se fue ampliando el campo profesional, cambió la función de la educación, el para qué estudiar no es el mismo que se planteaban nuestros antepasados, el para qué vivir tampoco.
Sin duda éste es un tema del cual se pueden hacer varias pausas y detenernos en millares de problemáticas que plantea. Pero el sólo hecho de detenernos un segundo a pensar algo tan humano como ¿qué estamos haciendo con nuestra vida?, ¿para qué hacemos lo que hacemos a diario?, ¿por qué luchamos? o también ¿por qué dejamos de luchar? son todas cuestiones replanteadas a lo largo de la historia del hombre y en especial del pensamiento que no van a dejar nunca de dar vueltas mientras exista una consciencia crítica que se anime a preguntarse por ellas.

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