miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Qué es un filósofo?

Mucho hemos oído acerca de los filósofos. Algunas categorizaciones erróneas pueden describirlo como el hombre que vive entre las nubes, siempre en un más allá idealizando lo que se ve en un "más acá". Pues ésta no es más que una descripción común y tremendamente incorrecta. Si usted se está preguntando: ¿qué es un filósofo? le propongo que se replantee la pregunta de la siguiente manera: ¿quién es aquél que se dedica su vida a preguntarse por el por qué de las cosas de la vida? La respuesta para una como para la otra será la misma. Decimos que quien filosofa no es el arquetipo de un hombre que piensa y se distrae en ideas abstractas que el común de la gente no comprende. No sólo no es cierto, sino que es todo lo contrario.
Etimológicamente, la palabra "filosofía" quiere decir "amor a la sabiduría" o "amor al saber". Y éste saber no es nada más ni nada menos que una construcción humana. Entonces, si decimos que el filósofo es un ser distraído que sólo contempla las ideas estaríamos hablando incorrectamente de él. Es el ser más atento a lo que le sucede al hombre, es quien decide hacer lo que los demás no pueden, sea porque no tienen tiempo o porque tal vez no estén acostumbrados a plantearse ciertas cuestiones. ¿Qué hace un filósofo? Pregunta, cuestiona, trata de llegar al fondo de todas las cuestiones. A veces es posible, a veces no. Sin embargo no se da por vencido y sigue preguntando. Ama el saber porque ama al hombre que piensa y lo trata de igual a igual, como si todos fuésemos filósofos.
¿Para qué nos sirven los filósofos? Es una pregunta interesante, pues estamos acostumbrados a medir las cosas por el valor práctico que tienen. Lo que no sirve lo tiramos. Necesitamos saber el para qué de las cosas. Quien enseña, estudia, escribe o dirige desde la filosofía lo hace para promover en todos los seres pensantes la facultad de la crítica. Si bien todos poseemos tal facultad, no todos la ejercemos. A veces es necesario que alguien capacitado nos haga reflexionar sobre cosas que por nuestros propios medios tal vez no logremos nunca plantearnos.
El mayor filósofo alemán de toda la historia, Immanuel Kant (1724-1804) define el período histórico de la "Ilustración" (segmento en el cuál el vivió y fue miembro activo de sus ideales) magistralmente: "La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía del otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia, sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! (¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!). La pereza y la cobardía son causa de que una gran parte de los hombres continúa a gusto en su estado de pupilo, a pesar de que hace tiempo la Naturaleza los liberó de ajena tutela (naturaliter maiorennes). Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad, y la más inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber, libertad de hacer uso público de su razón íntegramente" .
Sólo se puede pensar donde hay libertad. ¿Somos libres? Quien se considere libre debe hacer uso propio de su razón, actividad que le compete a cada uno como miembro de una sociedad que necesita pensarse a sí misma, replantear sus errores y que sea capaz de proponer y ejecutar soluciones.
Filosofamos cuando nos detenemos por un segundo en la rutina diaria de nuestra vida a pensar en el por qué y el para qué de las cosas que hacemos y de las que no. Replantear nuestra facultad reflexiva nos ayuda en nuestra individualidad a evaluar el sentido de nuestra vida, nos permite la apertura necesaria de escuchar a los demás en tiempos donde parece que nadie toma con seriedad lo que los demás dicen. La propuesta del filósofo es simple y hermosa, es una invitación para que todos pensemos por cuenta propia este mundo, y este pensar debe ir más allá de lo cognitivo, es el que nos hace miembros activos y fundamentales dentro de una sociedad determinada.

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