lunes, 2 de marzo de 2020

Los peligros del rumor

Los peligros del rumor

 

El vocablo "rumor'' deriva del latín "rumoris'', que implicaba el significado de "ruido'' o "habladuría''. En este sentido, la etimología nos señala el carácter de confusión ineludible que causa la situación de habla que no "dice'', no expresa claramente nada, sino que causa revuelo. La intención de la habladuría es justamente esa, generar una onda expansiva de proposiciones infundadas, sin correlación alguna a hechos o demostraciones, a los fines de cometer un daño, ya sea por la creación misma del rumos, como también por la participación en el proceso de transmisión y repetición distorsionada de un "mensaje'' que no tiene fondo, no tiene sustento ni anclaje alguno a ningún principio de realidad.

Ahora bien, por si acaso no es suficiente la etimología para comprender el peligro que representa el rumor como herramienta para el desprestigio, se añade a la raíz indoeuropea el prefijo "reu'', a saber, "rugir'', "murmurar''. Murmullo que ruge, que silenciosamente, desde la sombra hace ruido. ¿Qué tipo de comunicación puede ser fiel y fructífera si su contenido se reduce al eco constante de la difamación? Semejante pregunta puede ser interesante si la enfrentamos al lamentable paradigma de la post-verdad, una manera simbólica de expresar que vivimos en un mundo en el cual no tiene sentido "hablar con verdad'', sino que la equivocidad es la regla rectora de la construcción de discursos vacuos que no hacen más que disfrazar y enmascarar falsas ideologías con propósitos estrictamente político-partidarios y económicos.

Sobre este aspecto se pronunció hace un tiempo el Papa Francisco, al momento de analizar el octavo mandamiento "no mentirás, ni levantarás falso testimonio'', indicó que las habladurías, los rumores, la difamación son expresiones claras de terrorismo. ¿En qué sentido los chismes matan? El sumo pontífice utiliza la expresión "terrorismo'' asociado a la habladuría en cuanto que el decir falsedades en un mundo que naturaliza la mentira puede tener consecuencias sumamente peligrosas para la humanidad. Un rumor no es una bala que quita una vida, pero sí puede ser el sustento de una decisión arbitraria que deje sin empleo a una persona, o que ensucie injustamente el honor y buen nombre de cualquier ciudadano, sin que ello tenga consecuencia legal o moral alguna.

Por otro lado, y siguiendo el hilo de las consecuencias nocivas de la utilización del rumor como instrumento de gestión, otro gran peligro que podemos avistar es la banalidad con la cual se internaliza la mentira que encubre la habladuría. Dicha banalización nos va insensibilizando, nos convierte en jueces arbitrarios y serviles a intereses ajenos, habilitando de esta manera una paradoja cuasi irresoluble: vivir en comunidad, en un estado democrático y de derecho, a la vez que se acepta ciegamente y paralelamente vivir en la excepcionalidad de la ley, la moral y las buenas costumbres. 

Como podemos observar, no se trata solamente de un posicionamiento moral-religioso, sino que este problema también nos interpela desde lo ético-civil, en cuanto que somos todos ciudadanos, miembros de una comunidad que pierde constantemente la cohesión que brindan estos códigos de convivencia, implícitos o explícitos, habilitando así un desgranamiento que posibilita la anarquía irracional y peligrosa de hacer lo que queramos con lo que decimos sobre cualquier cosa y contra cualquier persona.

.FUENTE: https://www.diariodecuyo.com.ar/columnasdeopinion/Los-peligros-del-rumor-20190102-0091.html

 

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