miércoles, 4 de marzo de 2020

“La nada como valor”

“La nada como valor”
Por: Lisandro Prieto Femenía - 31/05/2017



Lo que está sucediendo en Siria, el episodio denigrante en el cual murieron cientos de personas, entre ellos, muchos niños, por un ataque con armamento químico es la demostración fáctica que el mundo se rige políticamente por un estado de excepción. Naciones Unidas, Unicef, OTAN, OEA, etc. son organismos internacionales que ante estos holocaustos postmodernos, permanecen en la sombra de las bombas cuyos responsables son, lastimosamente, quienes representan las más altas esferas de los mismos.

Cuando decimos que el mundo se rige por un estado de excepción nos referimos lisa y llanamente a la imposibilidad de acción política, legal, institucional de los países responsables del conflicto armado en la región de Medio Oriente. No hay en la humanidad ya esperanza ni creencia de la posibilidad de una “intervención” mediadora que solucione este tipo de catástrofe. En otras palabras, son éstos lugares del planeta librados al azar del campo de batalla de intereses internacionales cuya resolución se bate a diario aniquilando cientos de vidas por hora.

Ni siquiera la demostrada preocupación del Santo Pontífice Francisco Primero puede calar en la superficie del problema. El infierno que representa para los ciudadanos Sirios el querer escapar de un país tomado por bandas armadas subsidiadas por grandes potencias se agrava con la multiplicidad de políticas restrictivas por parte de países mal llamados “de primer mundo” para impedir la entrada y el cuidado de los refugiados, los cuales mueren, mayoritariamente, de camino al exilio.

El nihilismo, es decir, la nada como valor, es hoy la política real que rige no sólo en Siria, sino en todas las democracias del mundo. Los antecedentes son esclarecedores, pero de nada sirve hacer revisionismo cuando al día de la fecha se informa que una enorme cantidad de infantes han muerto quemados y asfixiados por la degeneración técnica de la guerra moderna: las armas químicas representan, sin dudas, la más inhumana de las formas de cometer crímenes de guerra sobre una población de civiles. Nada, la nada, como valor. La vida, subvertida y vaciada totalmente de contenido, a la espera de una probable definición.

Nada viene de la nada, por lo cual cabe plantearse lo siguiente: EEUU, Rusia, China y la OTAN por detrás, ¿pretenden seguir excusando sus negociados armamentísticos de esta manera grosera, grotesca, inhumana? ¿Tienen que seguir siendo rehenes los países islámicos de estas pujas de poder que atropellan todo tipo de dignidad, por una sustancia negra que subyace en los suelos?, ¿es necesaria la aniquilación de una porción considerable de la humanidad con los fines económicos que trascienden todo tratado y/o acuerdo internacional que pretenda proteger la vida de los habitantes de la región?

Nihilismo y emplazamiento de la técnica, estado de excepción mundial y masacres impunes, todo en pos de una “libertad” que también se encuentra en las antípodas del sentido. El peligro de la técnica ya no radica en la sustitución de lo humano por lo mecánico, sino que va más allá. A la luz de lo acontecido en Siria, Afganistán, Irak, etc. la técnica posmoderna nos revela la condición humana misma, a saber, la incondicionalidad y la propensión a la nada como valor de lo humano. 

El mundo atraviesa estas dicotomías, que, reflexivamente desvarían y no llegan al fondo del problema. Lo cierto es, sin dudas, que la condición de humanidad se encuentra totalmente vetada a personas que nacen en ciertos países, en los cuales se tuercen a combate intereses que anulan en su totalidad la posibilidad de la existencia. Sin existencia, es inconcebible pensar en la esencia.

Mientras tanto… rige la moral de los medios occidentales y del progresismo vacío de contenido, que se muestra totalmente indiferente a las matanzas cotidianas en tierras del Medio Oriente, mientras que se sienten compungidos por Charlie Hebdo, Manchester y otras demostraciones barbáricas de ISIS en suelo Europeo. A viva voz el posmo grita “¡viva la difference!” mientras que olvida el reconocimiento a las identidades desvinculadas de las modas transmitidas por redes sociales y periódicos pretendidamente transgresores.
 

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