“La nada como valor”Por: Lisandro Prieto Femenía - 31/05/2017
Lo que está sucediendo en Siria,
el episodio denigrante en el cual murieron cientos de personas, entre ellos,
muchos niños, por un ataque con armamento químico es la demostración fáctica
que el mundo se rige políticamente por un estado de excepción. Naciones Unidas,
Unicef, OTAN, OEA, etc. son organismos internacionales que ante estos
holocaustos postmodernos, permanecen en la sombra de las bombas cuyos
responsables son, lastimosamente, quienes representan las más altas esferas de
los mismos.
Cuando decimos que el mundo se
rige por un estado de excepción nos referimos lisa y llanamente a la
imposibilidad de acción política, legal, institucional de los países
responsables del conflicto armado en la región de Medio Oriente. No hay en la
humanidad ya esperanza ni creencia de la posibilidad de una “intervención”
mediadora que solucione este tipo de catástrofe. En otras palabras, son éstos
lugares del planeta librados al azar del campo de batalla de intereses
internacionales cuya resolución se bate a diario aniquilando cientos de vidas
por hora.
Ni siquiera la demostrada
preocupación del Santo Pontífice Francisco Primero puede calar en la superficie
del problema. El infierno que representa para los ciudadanos Sirios el querer
escapar de un país tomado por bandas armadas subsidiadas por grandes potencias
se agrava con la multiplicidad de políticas restrictivas por parte de países
mal llamados “de primer mundo” para impedir la entrada y el cuidado de los
refugiados, los cuales mueren, mayoritariamente, de camino al exilio.
El nihilismo, es decir, la nada
como valor, es hoy la política real que rige no sólo en Siria, sino en todas
las democracias del mundo. Los antecedentes son esclarecedores, pero de nada
sirve hacer revisionismo cuando al día de la fecha se informa que una enorme
cantidad de infantes han muerto quemados y asfixiados por la degeneración
técnica de la guerra moderna: las armas químicas representan, sin dudas, la más
inhumana de las formas de cometer crímenes de guerra sobre una población de
civiles. Nada, la nada, como valor. La vida, subvertida y vaciada totalmente de
contenido, a la espera de una probable definición.
Nada viene de la nada, por lo
cual cabe plantearse lo siguiente: EEUU, Rusia, China y la OTAN por detrás,
¿pretenden seguir excusando sus negociados armamentísticos de esta manera
grosera, grotesca, inhumana? ¿Tienen que seguir siendo rehenes los países
islámicos de estas pujas de poder que atropellan todo tipo de dignidad, por una
sustancia negra que subyace en los suelos?, ¿es necesaria la aniquilación de
una porción considerable de la humanidad con los fines económicos que
trascienden todo tratado y/o acuerdo internacional que pretenda proteger la
vida de los habitantes de la región?
Nihilismo y emplazamiento de la
técnica, estado de excepción mundial y masacres impunes, todo en pos de una
“libertad” que también se encuentra en las antípodas del sentido. El peligro de
la técnica ya no radica en la sustitución de lo humano por lo mecánico, sino
que va más allá. A la luz de lo acontecido en Siria, Afganistán, Irak, etc. la
técnica posmoderna nos revela la condición humana misma, a saber, la
incondicionalidad y la propensión a la nada como valor de lo humano.
El mundo atraviesa estas
dicotomías, que, reflexivamente desvarían y no llegan al fondo del problema. Lo
cierto es, sin dudas, que la condición de humanidad se encuentra totalmente
vetada a personas que nacen en ciertos países, en los cuales se tuercen a
combate intereses que anulan en su totalidad la posibilidad de la existencia.
Sin existencia, es inconcebible pensar en la esencia.
Mientras tanto… rige la moral de
los medios occidentales y del progresismo vacío de contenido, que se muestra
totalmente indiferente a las matanzas cotidianas en tierras del Medio Oriente,
mientras que se sienten compungidos por Charlie Hebdo, Manchester y otras
demostraciones barbáricas de ISIS en suelo Europeo. A viva voz el posmo grita
“¡viva la difference!” mientras que olvida el reconocimiento a las identidades
desvinculadas de las modas transmitidas por redes sociales y periódicos
pretendidamente transgresores.
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