martes, 3 de marzo de 2020

La filosofía en la escuela

LA FILOSOFÍA EN LA ESCUELA 
Fuente:  http://diariolibre.info/secciones/noticias/nota.php?id=22635
 
El 17 de octubre de 2018 el diario español “eldiario.es” publicó un artículo titulado “El Congreso pide por unanimidad que la Filosofía sea de nuevo obligatoria en Bachillerato”, en el cual se menciona una propuesta por la que se solicitó que la asignatura sea parte de la caja curricular obligatoria en el Nivel Secundario.
Nuestro propósito consiste es advertir la importancia y necesidad de contar con la filosofía en la totalidad de los Niveles y Modalidades del sistema educativo, estatal y privado, a los fines de garantizar una educación de calidad y responder a las problemáticas de un mundo que no pide a gritos ciudadanos con pensamiento crítico y compromiso social, sino más bien todo lo contrario. 

Usted podrá preguntarse en este momento ¿para qué estudiar filosofía? (en un Nivel Secundario o cualquier otro). Pues bien, la pregunta del “para qué” resulta ser una cuestión vidriosa y violenta en tanto que la filosofía, como disciplina del ejercicio del pensar, no necesariamente responde a cuestiones utilitarias, a saber, técnicas, que asimilan un tipo de pensamiento específico abocado a la solución de un problema concreto. Podríamos decir que el rol de la enseñanza de la filosofía en las escuelas es el de educar en el pensamiento, o en otras palabras, el de fomentar en los ciudadanos la necesidad de cuestionar la realidad que nos es presentada como obvia. 

Introducir la currícula filosofía en la escuela permitirá a los jóvenes acceder a un espacio de pensamiento crítico en el cual se generan preguntas de todo tipo (existenciales, políticas, metafísicas, etc.) pero, asimismo, los colocará en una posición en la cual para opinar sobre algún asunto concreto deberán asimismo aprender a argumentar (dar razones de aquello que dicen). Como vemos, no se trata solamente de un debate circunstancial de tópicos esporádicos, sino de una práctica dialógica en la cual cada uno debe atravesar por un proceso indagatorio, exploratorio para encontrar fundamentos de aquello que luego sostendrán como argumento. 

En un mundo habituado a dar por sentado todo aquello que circula (memes, fake news, opiniones corrientes y juicios interpersonales), considero que es crucial la discusión en torno a una educación que fomente el pensamiento filosófico. Esto puede sonar bastante ambicioso, pero no se trata, nada más y nada menos, de enseñar a pensar, indagar, cuestionar, pero también, proponer, participar, dialogar, debatir y, lo más importante, fundamentar con argumentos las posturas que puedan llegar a surgir fruto de una discusión que siempre debe ser respetuosa. 

Ante un relativismo reinante, equivocista por excelencia, todos los enunciados tendrían la misma validez y legitimidad (pensemos que hoy, tras siglos de corroboración científica, sectores fronterizos de conocimiento coherente, retoman la idea del terraplenismo), lo cual implica un desprecio infundado a la criteriosidad, estado de situación sumamente propicia para la dominación cultural y económica de los pueblos: el neoliberalismo produce sujetos individualistas y ególatras, incapaces de pensar por sí mismos y para los demás, puesto que el interés central de este modo de vida se vincula con la búsqueda vacua de la posesión de un “éxito” ficticio sustentado en el “valor” de una competitividad intrascendente, a saber, la acumulación de riquezas y prestigio – identificados directamente con cuotas de poder-. En definitiva, nos encontramos ante un paradigma de hombre que lo presenta solamente como la persona “exitosa”, es decir, aquella que ha sido “capaz” de “ganar” la posición que ocupa circunstancialmente en su vida, sin importar en absoluto a quién o qué tuvo que consumir en el proceso. Visto así, nuestra existencia estaría condicionada en función de aquellos objetos o servicios que podamos poseer, consolidando una deshumanización que progresivamente nos convierte en seres cuasi insensibles, incluso en el seno de nuestra realidad familiar. El aporte de la filosofía en la educación tiene que instalar la reflexión en torno a la pérdida del vínculo intrahumano producido por nuestro actual “estilo de vida”. 

La filosofía es justamente el lugar en el que la discusión da pie a un pluralismo democrático real y coherente. Formar en valores como el respeto y el reconocimiento de las diferencias a través del proceso dialógico les permitirá a nuestros jóvenes acceder a un intercambio constante con los miembros de su sociedad, tanto con aquellos con los que acuerdan como con los que discurren, fortaleciendo de esta manera un ejercicio de la democracia en la que los ciudadanos pueden expresarse libremente sin faltar al respeto a sus adversarios. En este sentido, es crucial hacer hincapié en que al igual que la enseñanza de cualquier contenido, el docente debe evitar a toda costa el adoctrinamiento, puesto que se trata de enseñar a pensar por uno mismo, o en otros términos, educar para la libertad.

Lisandro Prieto Femenía

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